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La cena privada del rey Felipe en una de las joyas gastronómicas ocultas de Madrid
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La cena privada del rey Felipe en una de las joyas gastronómicas ocultas de Madrid

Mientras media ciudad se concentraba para ver a Taylor Swift, el monarca tuvo una cena entrañable con unos amigos en Chamberí

Foto: El rey Felipe, el pasado verano en Mallorca. (Gtres)
El rey Felipe, el pasado verano en Mallorca. (Gtres)

El martes por la tarde el rey Felipe no tenía agenda institucional pero sí amistosa. Acudió al restaurante La Vaquería Montañesa, en la calle Blanca de Navarra en el barrio de Chamberí. Un local que no forma parte del circuito del mundo del “dejarse ver”, donde los precios no se ajustan al producto. En cambio en este restaurante acuden vecinos de la zona que quieren comer bien y acabar con una factura ajustada. El trato es impecable y la puntuación en las redes es magnífica.

Por ejemplo, una cena con platos compartidos puede salir por treinta y dos euros, dependiendo del vino que se elija. Entre las especialidades de la casa se encuentran las rabas y las anchoas del Cantábrico, croquetas de marisco del norte, huevos fritos con morcilla de Villarcay, arroz marinero, merluza o rape. Varios de estos platos fueron los que degustaron.

“Somos especialistas en pescados de la lonja de Santander, compramos nosotros mismos en persona, en verduras ecológicas de temporada y de pequeñas huertas nacionales y en ternera ecológica de Siete Valles de Montaña, la primera cooperativa de ganaderos ecológicos de Cantabria”, explica su dueño.

placeholder El rey Felipe, en el Casino de Madrid. (EFE)
El rey Felipe, en el Casino de Madrid. (EFE)

Esta antigua vaquería decorada con fotografías de gran tamaño de autores como María Gorbeña, Pablo Zamora y Kito Muñoz, entre otros profesionales, fue el lugar elegido por el monarca para reunirse con un grupo de conocidos formado por cuatro hombres y tres mujeres de edades superiores a las del anfitrión. Según han confirmado a Vanitatis testigos presenciales, se relacionaban en inglés y francés y parecía más una reunión de profesionales que de amigos. Un discreto servicio de seguridad ocupaba otra de las mesas y pasaban totalmente desapercibidos para la mayoría de los clientes.

Es probable que se tratara de algunos de los antiguos docentes del internado Lakefield de Canadá, donde el monarca cursó el año académico 1984-1985, antes de ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza. Al día siguiente, don Felipe tenía una cita entrañable (aunque más formal) con ellos en el Casino. El rey asistió al Lakefield Foundation Trustee Meeting, donde se le brindó un pequeño homenaje y tuvo oportunidad de charlar distendidamente con sus antiguos profesores.

placeholder Don Felipe, en la reunión del Lakefield College. (Europa Press)
Don Felipe, en la reunión del Lakefield College. (Europa Press)

Allí fue recibido por la embajadora de Canadá en España, Wendy Drukier; el embajador de España en Canadá, Alfredo Martínez; el presidente del Consejo de la Fundación Lakefield College School, Andrew Dunford; el presidente del Consejo de Lakefield College School; la directora de Lakefield College School y de su Fundación, Anne-Marie Kee y el presidente de Honor de la Fundación Lakefield College School, John Hepburn. Justo antes de la cena, se presentó un retrato del Rey, obra de Martín García Cros, que presidirá el nuevo centro de estudiantes que llevará el nombre de Felipe VI.

Pero un día antes de este encuentro más protocolario, el monarca quizá quiso tener un gesto con aquellos profesores con los que tuvo un trato más personal y los llevó a cenar a este restaurante de Chamberí. Tanto a la entrada como a la salida varios ciudadanos que también habían elegido el mismo restaurante le aplaudieron. Un gesto que Felipe VI agradeció con una sonrisa. No se acercó nadie a hacerse selfies. Solo al final de la cena los acompañantes del Rey quisieron hacerse una foto como recuerdo. Fue entonces cuando el Jefe del Estado le pasó su móvil a uno de los escoltas para que reflejara la reunion gastronómica. A las doce de la noche, como Cenicienta, rey y comensales abandonaron el local.

En su página web cuentan la historia de este lugar de referencia en el barrio de Chamberí. “En 1972 Madrid expulsó a sus vacas y se cerraron la mayoría de vaquerías, donde se dispensaba leche fresca a granel y cuyas trastiendas se habían convertido en improvisados establos. Las vacas volvieron al campo, lugar del que nunca debían haber salido, y dieron por finalizado su encierro. Hasta esa fecha, solo en el ensanche de Chamberí y en el barrio de Salamanca había 47 vaquerías capitaneadas por los montañeses. Originarios de los valles de Cantabria, estos montañeses y montañesas cuidaban de sus vacas en pleno centro de Madrid hasta la expulsión. Algunos se reconvirtieron en tiendas de ultramarinos, y así sucedió con La Vaquería Montañesa hasta la llegada del milenio, que se transformó en un restaurante”.

El martes por la tarde el rey Felipe no tenía agenda institucional pero sí amistosa. Acudió al restaurante La Vaquería Montañesa, en la calle Blanca de Navarra en el barrio de Chamberí. Un local que no forma parte del circuito del mundo del “dejarse ver”, donde los precios no se ajustan al producto. En cambio en este restaurante acuden vecinos de la zona que quieren comer bien y acabar con una factura ajustada. El trato es impecable y la puntuación en las redes es magnífica.

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