Gala González

No, la verdad, no los he contado. A París le tengo una relación de amor y desamor a la vez. Porque me parece una ciudad muy bonita, pero la relaciono demasiado con trabajo. Tengo muchos amigos aquí, pero me parece una ciudad dura para vivir.

Que conste que soy de las pocas que confiesa los años que tiene, podía haber mentido sobre mi edad. La mayoría de la gente que se dedica a este sector y que encuentras su fecha de nacimiento en Wikipedia no es real. O sea, no creo que sea la única persona que sea honesta, pero la gran mayoría de mis compañeras de profesión no la confiesa, y me sacan cinco o más años. En este sector todo el mundo se quiere quedar como con 32 y 33.

Sí, es un sector misógino. Y nosotras lo somos con este tema también. Creo que la gente cuando piensa, sobre todo en digital, en gente de todas las edades, y no es cierto. Cuando te acercas peligrosamente a los cuarenta, a la gente le entra el pánico, intentan evitar llegar a esa cifra. Es un sector poco inclusivo en cuestiones de edad. He encontrado profesionales que han hecho comentarios bastante curiosos, y lo que más me ha sorprendido es que era de mujeres sobre mujeres. Me ha chocado. Sin embargo, a un hombre, nunca se lo dirían.

A muchas personas diferentes. Por ejemplo, sigo desde que empezó en mi época a Bryan Boy. Bryan, por ejemplo, que es mayor que yo, nadie hace referencia a su edad. Y como es chico, no se le tiene en cuenta. Pero, sin embargo, hay otras compañeras que también son de mi quinta de esa época a las que se hace referencia por su edad. Se considera algo negativo llegar a los 38. Y es que hemos tenido que envejecer, y a la gente todavía le llama la atención que pase el tiempo sobre nosotras. Llega un momento en tu vida en el que dejan de mencionar los años que tienes. Opino que es porque la gente todavía tiene miedo a envejecer. Sí, y sobre todo la industria de la moda no se permite.

Aunque hay más perfiles que lo empiezan a normalizar, es verdad que yo las mujeres que veo sobre todo en Instagram, que se dedican a lo mismo que yo, a lo mejor me sacan diez años, todas tienen un aspecto que no sé si eso se corresponde con la realidad de una mujer de esa edad. También te digo que tampoco creo que mi aspecto físico sea el de una mujer de 38 años. Nosotras mismas contribuimos a esa falta de información porque estamos como normalizando que nunca vas a tener arrugas. Y me gusta cuando veo a una actriz que frunce la frente, pero ya son pocas y pienso: “Qué guapa está esta mujer y tiene arrugas de expresión. Como eres guapa te puedes permitir ser valiente”.

A mí el concepto de influencer me gusta siempre que se utilice como persona que tiene un impacto social, que es en lo que podemos aportar para cambiar esos problemas. El enfoque peyorativo que utilizan algunos no me interesa, solo su parte positiva, sí. Pero creo que creadora de contenido se ajusta más al trabajo que hago. Un híbrido entre los dos sería perfecto. Todavía tenemos ahí un tema con la definición de un concepto que es novísimo, que va evolucionando. Quizás lo nuestro es más comunicación, porque al fin y al cabo está creando un mensaje.

Estábamos Pelayo y yo, no había más gremio. Era una cosa rarísima. Tampoco tenía con quién hablar, no podías saber si yo estaba bien, si te estaban timando.

Que viajara más por placer y menos por trabajo.

Piensa que desde los 20 años empecé ya a tope, a tope. En mi primer año de facultad empecé el blog y en paralelo hacía prácticas. Cuando me gradué mi tío me ofreció la posibilidad de trabajar con él, tenía 23 años y era muy jugoso. Me dijo: “si quieres y te interesa ser diseñadora, vente conmigo y lo hacemos posible”. Pero yo en ese momento quise mucho desvincularme porque quería crear mi propia identidad. Simplemente en ese momento empecé a trabajar más con el tema de digital y esperé a que llegara una oportunidad. Estos años he ido haciendo colaboraciones con marcas y aprendiendo de otras vertientes del diseño que yo no había contemplado, como joyería, baño, lencería….

Son cosas que me apasionaban mucho, pero que yo no tenía experiencia. Todo esto me permitió aprender lo que era tener una empresa de moda, no ser la propietaria, pero saber la esclavitud que conlleva y lo quise posponer. Entonces quise primero entender cómo tenía que comunicar el mensaje, terminar de formarme en esa parte, tener la madurez y sobre todo tener la posibilidad económica para lanzar el proyecto sin depender de nadie. Y eso no ocurre el día de mañana. Yo lo que tenía claro es que cuando eres un creativo y trabajas para otra persona, tu creatividad se pone en un segundo plano. Y si iba a ser algo mío, quería que poder tener la libertad de decidir por mí misma. La única manera es teniendo el poder económico, porque aquel que tiene dinero manda. Es así.

Cuando decidí estudiar moda sabía lo que me estaba metiendo y ojalá no me gustase la moda. Ojalá hubiese elegido otro sector porque es muy esclavo. Siempre quise hacer eso. Y al final la suerte existe cuando la empujas.

Al diseño, que es lo que me gusta hacer, le dedico menos tiempo del que me gustaría. A lo que le dedico más tiempo es a la empresa, estoy pendiente de todo el mundo y de todo lo que pasa: en la oficina tengo a nueve personas. He descubierto en mí una faceta de empresaria que no conocía, que sabía mucho más intuitivamente de cómo liderar un equipo o cómo manejar una empresa de lo que pensaba. Además de lo que he aprendido. Sobre todo, es que cada error es un error económico, gravísimo, gravísimo. Estoy financiándome el máster más caro de la historia y recomiendo a todo el mundo que además de formación, trabajen antes en lo que les guste porque es con la experiencia en vivo cuando se aprende. Todos deberíamos tener experiencia laboral integrada durante el colegio o en la Universidad. Eso lo viví en Inglaterra. De hecho, todos mis amigos tenían pequeños trabajos en la facultad. Todas mis compañeras tenía un trabajo aparte de la facultad y cuando tú terminas te sientes mucho más preparado. Creo que tenemos que tenerle menos miedo a incorporarnos laboralmente.

No se puede querer más. Quiero más Salud. Me gustaría tener un cuerpo de repuesto, dejarlo en la cama, en el armario.

Pues yo creo que las primeras con las que empecé a trabajar, a lo mejor hace más de diez años seguro. Digamos que fue de las primeras marcas que apostaron por el talento digital, fueron pioneros en darnos apoyo. Es una marca que tiene valores, que entienden muy bien los perfiles con los que trabajan, que dan mucho apoyo y sobre todo que creo que María Grazia Chiuri ha hecho un trabajo realmente a nivel comunicación, ha sabido adaptar muy bien el mundo digital, ha actualizado una maison de corte clásico a los tiempos actuales.

Supongo que incluso era más loca antes, porque había una época de oro que fue entre 2015 y 2019. Fueron unos años gloriosos. El COVID realmente cambió mucho la dinámica del influencer, antes nos cambiábamos en el coche, pasábamos un frío horroroso, o sea, realmente el objetivo era ir a todos los desfiles, era más exclusivo, había menos gente.

También fue un momento en el que también compartimos mucho con otros creadores de contenido de otros países, pero ahí estábamos realmente las personas que teníamos una pasión que nos había costado muchísimo ganarnos ese espacio, ese lugar. Y todavía había cierto recelo con las editoras de moda, pero ya no. Luego nos aceptaron porque entendieron que había espacio para todos, que esto, más que una competencia, era simplemente una manera de comunicar de manera diferente. Ahora, en cambio, se ha popularizado mucho más, se ha comercializado, muchos expertos hablan de que ese momento inaccesible de la moda se ha perdido.

La primera vez que nos invitaron me acuerdo que Bryan Boy estaba en un front row y nadie entendía por qué, se montó un pollo tremendo con un artículo porque nos trataban de intrusos. Y ahora me da la sensación de que esa parte tan especial se ha perdido, lo de ver a Wintour que todavía te corta la respiración cuando ves esa señora icónica. La gente que atiende estos desfiles no saben ni quiénes son los editores de moda. No tienen ni idea de quién es la gente que trabaja moda y van porque alguien les ha dicho que eso es cool y tienen que hacerlo, pero no están entendiendo el acceso privilegiado. Y realmente si te gusta la moda es una parte muy interesante.

Sí, un poco y que la moda no debe ser una profesión a la que te dediques porque es tendencia, sino porque no es porque lo has intentado todo para no estar ahí y te sigue apasionando. Ese debería ser un poco el concepto. Y sobre la cultura de moda, ni hablemos, es inexistente. Es una pena, yo entiendo que la gente quiera contar con personas que tienen mucho alcance, pero tú como diseñador, ¿cuál es tu misión? Que esa persona simplemente hable de ti y que comunique cualquier cosa porque tu nombre se repita… ¿O realmente crees que cuenten tu historia? Porque como quieres pasar la historia, como quiere ser recordado…

No tiene nada que ver con el mundo de la moda. El TikTok es un sistema de comunicación completamente diferente. Es verdad que hay gente que sí se dedica mucho a la moda en esta red social, pero la gran mayoría de los TikTokers que a lo mejor asisten a desfiles no están especializados en moda, no tienen nada que ver.

Sí, con relax y a mi bola. Pero a ver, es que es diferente, vengo de la escuela, de la de todo tiene que ser estético. Estás vendiendo una fantasía, para nosotros creo que nos está costando romper con todo eso. También veo TikTok puede ser algo más, más personal. Lo que ya existe en China, el livestream, o lo que es lo mismo ponerte y hacer tu propio reality. Esa es la plataforma rápida de la alternativa a YouTube.

No, lo que me siento es un poco desmotivada con la época que nos está tocando vivir, tanto a nivel musical como en la moda, que para mí las dos disciplinas van muy unidas. Pero a día de hoy lanzo la pregunta: la moda que nos está tocando vivir a ¿te inspira o te apetece? A mí pocas cosas, la verdad. Poco impacta, se diferencia. Todos bebemos de fuentes de décadas pasadas, hay muy pocos que hagan cosas relevantes, con mensaje. Todo se ha vuelto mucho más comercial. Todo el mundo tiene acceso, todos pueden vestir bien, que eso es maravilloso, pero me desencanta. Se ha perdido la magia.

Pues yo creo que te diré que mi primera Fashion Week de Nueva York en el 2009, que ya va a hacer casi veinte años. ¡Socorro! Me impactó muchísimo, porque yo en ese momento no era nadie. De hecho, la mitad de las invitaciones me las habían conseguido por Vogue porque yo estaba colaborando con ellos. Tenía ‘standing’ -sitio de pie- en todos. Y fui a desfiles, y a más fiestas, porque era la época en la que las marcas gastaban mucho en el aftershow. Recuerdo en especial una de Alexander Wang que hicieron en una gasolinera en el Meat Packing District, que cerró una gasolinera en la calle. Fue las cosas más frikis que he visto en la vida. Nunca he experimentado algo así. Después que aquello, aquel momento fue único. Y luego, en la misma semana, Lady Gaga en el piano en otra, un capricho de Marc Jacobs de promocionar a una cantante que casi no era conocida. En estos momentos ya no sucede nada increíble, como aquello.

A creer más en mí misma, porque en Nueva York, por ejemplo, es una ciudad que si tú no te lo crees, nadie lo va a hacer por ti. Fui allí desde Londres porque pensé, ‘go big or go home’. Y es verdad que llegó un momento en el que yo me sentía satisfecha, ya había cumplido mi lista de objetivos: había salido en las revistas que quería salir, había trabajado con todos los clientes con los que quería trabajar y cuando llegas a ese momento dices bueno, me voy a mi casa y formo una familia o echo el cerrojo, o me voy, exprimo la última naranja y para mí eso era Nueva York, el destino final. Siempre me decían que si no iba allí a vivir un tiempo, no podría solo con visitas experimentar lo que es. Y de lo único que me arrepiento es de no haber ido antes. A los 25, es la edad ideal.

En Londres aprendí a creer más en mí misma. Fue la primera vez que me vi como un igual frente a un hombre a nivel laboral, tenía voz y voto, tenía el mismo peso y ahí fue lo que me cambió bastante el chip y sabía que necesitaba eso para el resto de mi vida y no estaba dispuesta a volver atrás.

Me dicen que les gusta que no haya cambiado, que siga manteniendo la esencia. Eso también me lo dicen mis amigos de Coruña, la gente les pregunta: “oye, tú conoces a Gala, ¿cómo es?” Y siempre dicen: pues es la misma persona que se fue de aquí. Creo que mantener eso es lo que más cuesta a veces.

Tengo suerte de que no tengo muchos, pero yo nunca les he dado la posibilidad de que aparecieran. Bueno, he sido bastante recelosa. Aparecen en cuanto más información les das sobre tu vida privada, cuanto más compartes, la gente piensa que tiene la posibilidad de opinar sobre tu vida sin conocerte. Lo personal lo he tenido bastante capado. Mis seguidores son personas agradables, con las que seguramente podría ser amiga perfectamente. Me siento muy orgullosa de ellos porque creo que he creado una comunidad de personas con dos dedos de frente. Y me encanta.