Miguel Ángel Revilla: una trágica pérdida, dos historias de amor y tres profesiones

Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, lleva cuatro legislaturas al frente de su comunidad autónoma, pero son muchas menos que las veces que ha visitado 'El hormiguero' -entre otros programas de televisión-, convirtiéndose en uno de los políticos más mediáticos y queridos del país. Tanto es así que compite en popularidad con otro rostro muy conocido en televisión y muy querido por sus paisanos, el alcalde de Vigo, Abel Caballero.

Incombustible y apasionado, carismático para unos y 'bocazas' para otros, Miguel Ángel nació el 23 de enero de 1943 en Salceda, una pequeña población del municipio cántabro de Polaciones que, en 2008, tenía apenas 13 habitantes. La vida rural marcó la infancia de un joven que, cuando salió del pueblo y se trasladó a Santander para estudiar, comenzó a sufrir acoso: "Hablaba con la 'u', tenía un aspecto lamentable [...]. Sufrí mucho, me hicieron bullying incluso los curas. Se reían de mí por la manera de hablar y tuve la suerte de que con 18 años me fui a Bilbao a estudiar Económicas", contaba en La Sexta.

Las 500 pesetas que le mandaba su padre eran suficientes para poder alimentarse y los estudios se los pagaba con su propio trabajo. Un talento que, por suerte, no fue desperdiciado, ya que se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales y se diplomó en Banca y Bolsa por la Universidad del País Vasco. De hecho, este fue uno de sus trabajos antes de fundar el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y dedicarse a él en cuerpo y alma hasta nuestros días.

Entre los años 1974 y 1982 fue el encargado de dirigir la sucursal en Torrelavega del Banco Atlántico y no tardó en ejercer como profesor en la Universidad de Cantabria, consolidando la que sería su segunda profesión. La tercera es conocida por todos, la de político, aunque también podría definirse como escritor, ya que, en su haber, tiene hasta siete libros. No en vano, participar en tertulias políticas y comentar la actualidad es una de las labores que hace más frecuentemente y con tanta o más pasión que las anteriores.

Eso sí, nada de esto sería posible sin el inestimable apoyo de su familia. Una familia que ha formado con las dos hijas, Pilar y Jana, que tuvo fruto de su matrimonio con María del Pilar Hoyo, nueve años menor que el político, y con una tercera, Lara, que tuvo con Aurora Díaz Abella, con quien se casó en segundas nupcias. A ellas, está plenamente unido y en 2014 le hicieron abuelo por primera vez. Entonces, confesaba con su habitual sinceridad en 'Las mañanas de Cuatro': "Me ha hecho ilusión, lo que pasa es que me coge un poco mayor para que nos disfrutemos mutuamente. Me hubiera gustado tenerle con 60 años".

Con Lara ha llegado a posar en sus redes sociales y parece que, de las tres, es quien más ha heredado el espíritu reivindicativo de su padre, al formar parte de las Juventudes Regionalistas de Cantabria. La cuenta de Instagram de Miguel Ángel Revilla es, precisamente, un escaparate de su lado más íntimo pues, sin reparos, muestra los paseos que da acompañado de sus mascotas, los lugares que visita y, como no podía ser de otra forma, promociona Cantabria siempre que puede.

El político es afortunado a nivel laboral y personal, pero no todo en su vida ha sido un camino de rosas. El momento más doloroso de su vida tuvo lugar el día que falleció su hermano Jaime en un accidente de tráfico, con tan solo 30 años. "Lo de Jaime fue terrible. Éramos más que hermanos, él me adoraba, me tenía mitificado. Me acuerdo muchísimo de él, no puedo olvidarle. Me acuerdo que cuando me dieron la noticia me desmayé", contaba a Bertín Osborne en 'Mi casa es la tuya'.

Desde entonces, no hay día que no le recuerde y no ha sido capaz de volver a la casa en la que se criaron juntos. "Si voy empezaré a llorar porque me voy a acordar de la habitación que tenía con mi hermano Jaime", afirmaba. Una trágica pérdida que no ha logrado superar, hasta el punto de llegar a afirmar que cambiaría su presidencia y todo lo logrado por Cantabria por que estuviese vivo su hermano.

De su propia muerte, Miguel Ángel tiene las cosas claras. Su deseo es que sus cenizas se esparzan en el mirador de la Cruz de Cabezuela y que, independientemente de la fecha en la que tenga lugar su muerte, este acto tenga lugar el día de Santiago, el patrón de Salceda, es decir, el 25 de julio. "Morirse es jodido, entre otras cosas, porque uno dejará de ver lugares tan maravillosos como estos", escribía en sus redes en una ocasión.

En plena forma, el político no deja de viajar y disfrutar de los idílicos paisajes que le brinda nuestro país, así como de disfrutar de algunos de sus hobbies entre las que se encuentran la pesca y, además de los mencionados paseos, recoger setas. No obstante, entre sus aficiones también coloca a la política, de la cual se considera "un enfermo".