Los sombreros de Reyes Hellín y Philip Treacy que han llevado Paloma Cuevas, Eva González y Carolina Herrera, en una exposición

Hace un cuarto de siglo, la sombrerera Reyes Hellín tuvo su primer encuentro con Philip Treacy, el también sombrerero que lleva coronando la cabeza de toda la realeza británica y europea y a la aristocracia desde el siglo pasado. Desde entonces, vende tanto sus propias creaciones como las de Treacy.

Y no solo vende a ese tipo de perfil, sino a todas aquellas mujeres que, en un momento dado de su vida, han podido costearse o ahorrar para lucir alguna de las obras de arte de este profesional que nació en Irlanda en 1967. Ahora se han cumplido veinticinco años de aquel encuentro y ha querido hacer una exposición con los sombreros, pamelas y gorros que han lucido personajes tan conocidos como Paloma Cuevas, Eva González, Carolina Herrera (madre e hija) Inés Sastre, Fabiola Martínez, María Colonques, María León, Nuria González, Naty Abascal, Carmen Tello, Bibiana Fernández o las hermanas Domecq, Inés y Mercedes.

Todas ellas y cada una en su estilo han destacado en celebraciones varias con los modelos de Treacy e incluso con los propios diseños de Reyes Hellin. Lo bonito de la exposición, que se puede ver en el espacio VBO estudio creativo en la calle Villanueva 13 de Madrid, es poder conocer la historia de cada uno de los diseños de Treacy y cuándo y cómo los lucieron.

Paloma Cuevas cedió catorce de sus piezas, que van desde dos impresionantes pamelas de flores rosas, que lució en la boda de Rafa Medina y Laura Vecino y en la de Cayetano Rivera y Eva González. Un sombrero en tonos beige con adornos de plumas que hacía juego con el resto de su vestuario. La empresaria no solo tiene en su poder modelos de fiesta y boda, sino que también ha prestado varias piezas que ha utilizado a diario, como un gorro de punto o una pamela de rafia con la que aparece en su Instagram en una playa del Caribe.

El día de la presentación, la empresaria felicitó a la amiga con palabras muy cariñosas, igual que Ana Rosa Quintana, Lola Suárez, Carmen Valiño, Nuria González y el resto de mujeres que en algún momento de sus vidas han recibido los consejos profesionales de Hellin. Más de una vez, ni siquiera han necesitado viajar a Sevilla para probarse las piezas. “Tengo la suerte de que siempre se han fiado de mí”, nos explicaba la tarde en la que anunció su “jubilación”. “Voy a seguir trabajando, pero quiero hacer otras cosas y centrarme en mis clases en la universidad de Antropología”.

En la exposición también se encuentran la pieza que lució Carolina Herrera en la catedral de la Almudena el día del enlace de los reyes Felipe y Letizia o el primer Treacy de Laura Ponte.

Desde Londres

Reyes vivía en Londres y tenía muy claro que, algún día, esa admiración se convertiría en algo más. Y así fue cómo, del conocimiento profesional, Treacy y ella pasaron a una amistad que perdura en el tiempo. Su relación con los sombreros empezó con una historia de amor. La suya. Cuando Reyes estaba recién casada se iba de viaje de novios y se compró el primer sombrero. "Entré en la tienda de Londres y sabía perfectamente lo que quería. Algo que me sirviera para todo el viaje y que no tuviera que perder el tiempo en buscar en peluquerías para estar arreglada".

Tiempo después, cuando Treacy tuvo claro que quería que su Alta Costura tuviera un local oficial en España pensó que Reyes sería su mejor embajadora y por supuesto, la mejor vendedora de sus creaciones. La quería como la representante de su firma. La idea era que Madrid fuese el lugar elegido. Pero se encontró con una respuesta inesperada e inimaginable, tal y como nos cuenta la protagonista de esta historia.

Le dije que estaría encantada pero que desde luego no me iba a trasladar. No conocía Sevilla y le invité para que viviera en primera persona lo que es la ciudad. Era primavera y se quedó fascinado con el olor a azahar, los colores del cielo,de un azul intenso al rosa del atardecer, de la gente y de la siesta". Y cuenta cómo un día después de comer decidió cambiar la visita a la catedral por algo tan español como volver al hotel y descansar hasta que pasara el calor: "Al día siguiente hicimos la visita, con tan buena suerte que había una ceremonia con el arzobispo y diez sacerdotes. Una puesta en escena que le impresionó. Cuando salíamos por la Puerta de los Reyes empezó a tocar el órgano. Parecía que lo habíamos preparado", cuenta la diseñadora.