Guiomar Alfaro, modelo con más de 50 años: "Las habrá más guapas que yo, pero en la vida todo es actitud"

El mundo de las pasarelas es muy exigente y la belleza de sus modelos las convirtió en grandes iconos. En 1996, el diario ‘New York Times’ apodó a Linda Evangelista, Christy Turlington, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Helena Christensen, Claudia Schiffer y Elle Macpherson como 'Las magníficas siete'. Ahora, todas ellas rondan entre los 50 y 60 años. Una edad a la que muchas mujeres ya no se identifican con los prototipos de mujer habituales en los desfiles.

Sin embargo, en los últimos meses ha habido una revolución. De Ángela Molina como imagen de Zara a Kristin Scott Thomas desfilando para Miu Miu han iniciado un camino de mayor representación de una femineidad sin reparos y mucho más experimentada. Inspiración que ha llegado a otras mujeres como Guiomar Alfaro, una modelo navarra que acaba de fichar por “Models”, una de las agencias de representación más importantes a nivel internacional. Y no es casual, ha desfilado en París o en la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid.

Sin embargo, detrás de Guiomar hay un mundo por descubrir. No repara en retarse día a día, aunque le cueste levantarse de la cama. En conversación con Vanitatis, asume que no tiene miedo pero tampoco tiempo para nada más. Ha conseguido posicionarse, ella sola, como una de las figuras con un discurso propio y singular.

Modelo con 54 años, pero empezaste mucho antes...

Es que llevo 30 años, pero lo vivo con la misma intensidad que cuando empecé en esto de la moda hace 30 y pico años, cuando tenía 14 añitos.

Y no has perdido la pasión.

Eso es lo que me dice todo el mundo. Ana Rodríguez, directora de la Mercedes Benz Fashion Week, se acercó y me dijo: ‘¿Por qué no pueden ser todas las modelos como tú?’, a lo que le respondí que porque no tienen 54 años. Uno medio temblando, me preguntó si estaba drogada, pero le aclaré que no, que solo estaba feliz y que esto me encantaba. Yo con las manos sudando, esperando para salir, pero lo vivo como si no lo hubiera hecho en mi vida y lo hecho un millón de veces.

Además, tú cuentas con la predisposición de que no tienes nada que perder porque tu vida ya la tienes construida

Claro, claro, eso también. Es muy bonito, pero yo tengo mi sueldo. Lo de la moda, me encanta, pero al final tengo la vida resuelta entonces puedo disfrutarlo con más intensidad.

Cuándo te encuentras con compañeros tan jóvenes a tu lado, ¿te recuerdan a cuando tú empezaste?

Me ha gustado tantísimo porque siempre lo he vivido con ilusión y no con tanto nervio. Lo que intento transmitir a esta gente joven es que se lo deben creer, pero claro, también es la edad. Por ejemplo, yo en un desfile tenía a un ucraniano detrás y yo ya estaba con un calor por los sofocos de la menopausia. Y él, con las manos sudando. Al preguntarle, me confesó que era su primera o segunda vez... Siempre transmito el entusiasmo para que disfruten de esto y me convierto en la madre ya de los chiquillos.

No solo eres modelo, también profesora. ¿Cómo lo compaginas?

Tuve que estar hace nada en una pasarela en Barcelona, pero no pude estar hasta las tantas porque tenía examen. Al final, ellos tienen sus fechas y cuando compatibilizas dos cosas, esto pasa. Para mí la vida es una pasarela y empiezo fuerte porque creo en esta pasión. Las habrá más guapas que yo, pero en la vida todo es actitud.

Relatas que hubo un revulsivo cuando apareció la menopausia. ¿Es un tema tabú entre las mujeres?

Yo creo que lo he destapado porque cuando me aparecieron los sofocos en el desfile de Acromatyx, se lo dije a mi hijo y una periodista me escuchó y me dijo: ‘eres modelo y menopáusica'. A partir de ahí hablo tranquilamente, sin tapujos porque esto no es ninguna enfermedad. Es una etapa por la que todas las mujeres vamos a pasar. Aunque parezca que yo derrocho actitud, por las mañanas tengo ganas de llorar. Sin embargo, lo afronto luchando, haciendo trabajos de moda y hablando con la gente.

En un estudio reciente salía que un 55 por ciento de las mujeres no habla de ello por vergüenza a sentirse incluso mayores

¡Qué horror! Cuando yo desfilé en la Gran Canaria Swim Week, me pregunté cómo me iba a poner bikini y luego al ver a mis alumnos, pero dije: “¡Qué chorrada, vamos allá!”. Al final, ser modelo menopáusica es como si te estuviesen llamando vieja, pero no, es que la palabra es menopausia. Hay mucha desinformación, muchísima. Cuando te vienen los signos, que no son síntomas, hay un cambio para las mujeres. De todos modos, insisto, no es ninguna enfermedad. Es una etapa de la vida que tenemos que normalizar como cuando aparece el periodo. ¿Por qué crees que nos vienen esas ganas locas de llorar? A otras le da por la irritabilidad, otras no duermen por las noches. Los tíos no se enteran. Cuanto más se hable de ello con toda la naturalidad del mundo, mejor. Por ejemplo, en clase voy con capas y les digo que tienen una profesora con menopausia. Tengo alumnas que también pasan por ello y, si no, les digo: ¿No tenéis madres, hermanas o tías?

¿Alguna vez te ha pasado en la pasarela?

No, pero me ha pasado en el backstage. Con un compañero, fue curioso, porque él tenía las manos sudorosas de los nervios y yo los calores de la menopausia.

Ángela Molina y Kristin Scott Thomas han sido modelos de Miu Miu con más de 60 años. ¿Cómo vives que haya marcas que apuesten por este tipo de mujeres?

Desde el momento que vi a las cinco o seis chicas Balmain con elegancia, un ‘savoir faire’, fue impresionante. Si Olivier Rousteing, director creativo de la marca, apostó por ella quiere decir que en España vamos rezagados. Esto se tiene que normalizar porque fue mundialmente aplaudido. A mí me dicen que disfruto y que me como la pasarela, al igual que ellas, que tienen de sesenta para arriba. Su presencia, sus ganas de vivirla, me hicieron también subirme a la pasarela en aquel momento.

¿Cómo fue subirte de nuevo tras el parón?

No todo el mundo puede hacer esto, y eso me lo han enseñado los más de treinta años de experiencia. No solo la moda. También retomé, por ejemplo, el andar. Iba con mi música, empecé a sacar la cadera imaginándome en una pasarela y me dije: ‘¿Cómo te puede gustar tanto?’. Lo tienes que hacer con gracia y con estilo, porque no todo el mundo se puede subir. Un chico en silla de ruedas, si se quiere subir, encantado, pero tiene que tener la actitud para meterse en ese desfile. O una persona curvy, no todas se pueden meter ahí. Todos tienen que tener la profesionalidad de una modelo.

Al igual que pasa en tantas profesiones, la experiencia hace al maestro. En este caso, ¿el mundo de la moda se está dando cuenta de que las modelos de 50 para arriba sí cuentan con ello?

Totalmente, porque ahora están reviviendo todas las de los 90. Las marcas se han dado cuenta de que a todas estas mujeres de 50 para arriba, hay que explotarlas porque van a vender al final a los padres de las niñitas de 20. El poder adquisitivo viene de nosotras, que somos las que nos compramos esas cosas.

Siempre ha existido un fantasma sobre los trastornos alimenticios en la moda, ¿cómo lo has vivido? ¿Crees que sigue existiendo?

Cuando empecé con la moda, mi hermana gemela era una réplica de Judith Mascó. Ella lo llevaba en la sangre y tiraba de mí. Yo en ese momento estaba un poquito más gordita, aunque seguíamos siendo dos palos, pero los estándares eran diferentes a los actuales. Entonces, en ese momento, para ser más delgada, por dejar de comer, se me fue el periodo. Con los años, lo he entendido porque al final hay que tener cuidado con eso y tienes que estar bien con tu cuerpo.

No dejas de cosechar éxitos, ¿alguno reciente?

Contacte con Samuel Jesné, de la Maison Balmain. Le envié un audio y me contestó: “Puedo ver tu entusiasmo y tu disposición para trabajar con nosotros. Me voy a poner en contacto para que les mandes tu portfolio”. Al final las cosas, si eres paciente, salen. Yo no voy a parar hasta que Olivier Rousteing me conozca.

¿Quién ha sido la persona que más te ha sorprendido conocer?

Fui a París porque me habían cogido para Balenciaga Allure Couture y entonces me dijeron: “Por favor, pase por aquí”. Me presentaron a Demna Gvasalia, de quien me fascinó su naturalidad y su capacidad para los idiomas, que es súperimportante. Como a ella, los idiomas me han abierto puertas. Mis padres fueron visionarios en su momento, hace 40 años, y nos mandaron a mí y a mis hermanas a Inglaterra y a Francia para que aprendiéramos.

¿La disciplina es clave a partir de los 50?

Totalmente. Somos unas niñas de Navarra que vinimos a Madrid. Mi tío salesiano y mis padres fueron claves en enseñarnos la constancia. Luego lo hemos visto con mis hijos y con la hija de mi hermana.

¿Tu secreto de belleza?

Para mí, dormir bien es importantísimo, aunque ahora con la menopausia desgraciadamente duermo de pena. También encontrar momentos de paz me ayudan a dormir bien. Por otra parte, comer bien: mis tres comidas contundentes, no me las quita nadie. A diario, mis dos tostadas y los sábados y domingos, un huevo frito, si puedo con tomate.

¿Cómo está viviendo tu pareja este cambio?

Yo llevo en pareja cinco años con Alfonso Palacios, que se dedica a la inmobiliaria. Él me está apoyando absolutamente. Tener a una persona que nunca te dice que no, es increíble. Me ayuda a grabar y siempre está a mi lado, incluso si me toca irme a Rumanía por trabajo.