A
ravaca fue el lugar elegido para pasar su primer fin de semana, al poco de conocerse, hace tres años, y también el escenario donde Pedro (31) le pidió matrimonio a Blanca (28). Después de una pandemia en la distancia, en julio de 2020 él le sugirió repetir escapada y reservó para cenar el mismo restaurante que la primera vez. Blanca dijo sí, antes de pestañear, y también cuando él se arrodilló en el paseo pre-cena para pedirle matrimonio. “No me lo esperaba y eso lo hizo más especial. Apenas pude cenar, no veía a mis padres hasta dos semanas después y no quería contárselo por teléfono. La primera en tener noticia fue mi hermana cuando le mandé mi anillo de pedida por whatsapp a las siete de la mañana. ¡No dormí en toda la noche!”, cuenta Blanca.
Se conocieron a través de algunas compañeras del trabajo de Pedro, que en ese momento trabajaba en el departamento de supply chain de El Corte Inglés. Le sustituyó Blanca, pero nunca se vieron en la empresa, sino en algún after work posterior. “Yo estudié management de moda e hice un máster en moda y lujo en la Universidad de Berkeley de Nueva York. Sin embargo, acabé en logística”, explica ella.
¿Dónde fue la pedida?
No dudamos en celebrarla, a mí me encanta festejar con familia y amigos. Toda mi vida he querido casarme en Santander, ya que, aunque he nacido en Madrid, viví en la capital cántabra hasta ir a la universidad. Pero como la mayoría de invitados vivía en Madrid, lo hicimos aquí. En cambio, la petición la hicimos en Cantabria, mis padres tienen una casa con unas vistas increíbles a la bahía en el Alto de Laredo donde organizaron una comida que acabó con cena y baile con tíos, abuelos y hermanos, sin duda uno de los mejores días del 2021. Y por cierto, los padres de Pedro escogieron como regalo unos pendientes por la pedida, ¡me gustaron tanto que también los llevé el día de la boda!”.