Olivia Palermo celebra sus bodas de aluminio con un despliegue de estilo: dos vestidos de novia y dos looks de invitada

En junio de 2014, la it-girl por excelencia, Olivia Palermo, le daba el 'sí, quiero' a su novio, el modelo alemán Johannes Huebl, tras seis años de relación. Fue una boda secreta, de lo más íntima y con un vestido de novia único. Y es que no se trataba de un vestido en sí, sino de una combinación de prendas de lo más originales que solo ella podía defender como lo hizo. Para su gran día, Olivia eligió un estilismo de Carolina Herrera formado por tres piezas: jersey de cashmere, una falda voluminosa de satén y seda con flores bordadas y short debajo. Un conjunto que combinó con los icónicos salones joya en azul Klein de Manolo Blahnik.

Con este atuendo, la empresaria ya había hecho historia. Pasó a engordar el listado de novias únicas, diferentes y en definitiva, de novias referentes. "Nunca pensé realmente en la respuesta que podría tener, pero siempre estoy feliz de brindar inspiración a las chicas que aman la moda", ha confesado en una entrevista concedida para la revista 'Vogue'. Lo que no podíamos imaginar es que, diez años después de ese enlace íntimo, Olivia y Johannes volverían a casarse, y que ella, superaría aquel conjunto de Carolina Herrera con un despliegue de cuatro looks. Confirmando que las rebodas son tendencia, la pareja decidió celebrar la gran fiesta que no montaron en su momento y celebrar sus bodas de aluminio.

Tal y como ha publicado la revista 'Vogue' en exclusiva mundial y después, la novia ha compartido en sus redes sociales, el nuevo enlace tuvo lugar en el país natal del novio, en Alemania. En concreto, el lujoso hotel Villa Stéphanie Spa, ubicado en los terrenos del prestigioso Brenners Park-Hotel & Spa en Baden-Baden, sirvió de enclave para dos días de fiestas en los que, esta vez sí, Olivia y Johannes celebraron su amor y su sólido matrimonio rodeado de todos sus familiares y amigos. "Fue como retomar lo que habíamos dejado en 2014", cuenta Palermo para el mencionado medio de comunicación. "Una fiesta con nuestros amigos y familiares que nunca pudimos hacer, donde ellos pudieron reunirse y finalmente celebrar con nosotros".

La primera noche, y con sus invitados en los jardines del hotel disfrutando del coctel, Olivia Palermo y Johannes Huebl aparecieron por sorpresa desvelando así el primero de los cuatro looks que la novia había preparado para esta reboda.

Tres de estos outfits estaban firmados por su amigo, el diseñador Giambattista Valli. Como primer vestido de novia, Palermo escogió el look 31 del último desfile de alta costura del italiano, confeccionado con un tejido brocado de color blanco. Dejando sus hombros al descubierto con un escote palabra de honor bajo, la parte superior presentaba un bordado metalizado, una cinta negra a contraste, un corsé ceñido y unos manguitos abullonados. Ajustado a la cintura, de ahí brotaba una descomunal falda con varias capas para un efecto espectacular.

Después de ese primer encuentro y la cena, cambiaron de escenario para acudir al restaurante Fritz & Felix, al lado del hotel, y empezar la fiesta. Momento para cambiar de look y colgar aquel aparatoso vestido de novia de Valli, para apostar por un diseño de invitada en clave joya. Olivia escogió un vestido de lentejuelas de Bronx and Banco con cuello halter camisero a contraste en blanco, sisas caídas, espalda al descubierto, detalle de dos falsos bolsillos, silueta recta y abertura en la falda.

Al día siguiente, los festejos continuaron. Amigos y familiares pudieron disfrutar de una comida en otra ubicación, en el hipódromo de Iffezheim. Sin recurrir al clásico blanco nupcial, la socialité volvió a enfundarse en un modelo de Giambattista Valli. Se trata de un vestido de invitada confeccionado en tafetán de seda en tono verde manzana con escote palabra de honor decorado con un volante, un cinturón de seda duchesse atado con un lazo, largo mini en la parte frontal y una importante sobrefalda que quedaba arrastrando por el suelo.

Todavía quedaba un estilismo más, el cuarto. Recreando una vez más la imagen de novia, pero no de una novia cualquiera, una rompedora y muy atrevida, la empresaria neoyorquina lució un bralette y una falda de encaje de Giambattista Valli con bordados con lentejuelas por el corte y una capa drapeada de tul y gasa de seda para presidir la cena el restaurante Ebanat, dentro los terrenos de la Bodega Kopp. Unas sandalias de tiras finas, un minibolso y unos pendientes XL, pusieron el broche al último atuendo de Palermo para sus bodas de aluminio.